Versos para Patroclo

Siempre me decían: "Mantén cerca un bolígrafo y un papel para esos versos que vuelan rápidos y que con el sueño nunca vuelven". Hoy ya no me hace falta seguir ese consejo. Ellos surgen de mí y mueren en mí y he decidido ser inmortal. La inmortalidad de Patroclo. Las sombras y esos labios derritiéndose en mi boca sedienta. Es la sed, el desierto, este frío terrible, este sudor que me evapora. Esta sed que sólo calma el abrazo de las piernas al abrirse para poder beber, beber tal y cómo lo hizo Joe Williams. Tal y como Robert Plant nos descubrió al ahogarse nada más grabar su primera canción. Es todo cuestión de canciones, murmullos e hierros candentes que nos dejan ciegos, somos antropomorfos del sexo, con sólo cuatro sentidos para lamer el sudor y el whisky de las vulvas. Pero sí, es verdad que a veces un hielo ayuda a emborracharte mejor, a alcanzar un final más acorde al violonchelo que te regaló tu madre al nacer. Al final, una noche se puede resumir en el alcohol destilado por tu cuerpo junto con las canciones que cantas y que no son tuyas, sino de tus ancestros más alejados. La música es la voz de esos muertos que nunca conociste y se resisten, como Patroclo, a hundirse en la oscuridad absoluta hasta que nos hayan consumido en su venganza. Al igual que Joe Williams, sin papeles para cambiar de rumbo sabiendo que los barcos no naufragan, sólo mueren de sed.

1 comentario:

  1. Yo tampoco llevo una libreta ni una pluma de ganso encima... jeje... Y tal vez sea cierto eso de que "el mejor poema es el que no se escribe"... pero siempre nos queda el consuelo de que varados y en la saciedad de lo "espiritua" sus vapores nos lleven a componer el poema más bello jamás escrito.

    Y qué más da, si al morir nos va a dar igual se acuerden o no de nosotros.

    "vanidad de vanidades"

    Un Abrazo, amigo.

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