No voy a olvidar fácilmente este 2012, todo lo que trajo consigo nada más empezar y el resto de acontecimientos que se sucedieron en él, hasta hoy mismo.
Me quedo con las amistades, sinceras, nuevas, reforzadas otras, las que siempre están allí. Aquellos hechos que merecieron ser vividos; de todos he salido ganando como persona.
Y por fortuna, y gracias a ciertas personas (vosotr@s sabéis bien quienes sois), acabo mucho mejor el año de lo que lo empecé.
En Ningún Lugar, publicado, y compartiendo con vosotros pequeños pedazos de mi vida.
Este 2013 seguiremos y espero que con buenas noticias.
Os deseo la mayor de las fortunas y la salud más firme para la próxima vuelta al Sol.
Besos.
Clavar tu mirada en esta noche
de órbitas ciegas como espejo
donde dibujo junto a mi rostro
de hierro y sueño tu horizonte
tu perfil de amanecer y hoguera.
¡Qué despropósito!
¡Qué despropósito!
¡Qué despropósito!
Ahora comprendo a Ulises,
lejano, huidizo, buscando
una terraza por todo la costa
conocida para tomarse, agotado
y tranquilo, un simple café.
Asumo la razón de su partida
y la excusa para su tardanza.
No te molestes en pisar mis costas.
Aquí las sirenas son más crueles,
más brutales que nada conocido
ni relatado en tus antiguos viajes.
¡Qué despropósito de bestias!
Un mal día lo tiene cualquiera.
Tu boca es la que convierte las horas
En sentencias para eludir tu pobreza.
Que la caridad nunca te sea leve.
Si la noche tizna su rostro
de ojos que se cierran
el amanecer sabrá a naufragio.
Sólo los dioses conocen
el significado de estas palabras.
Tu sonrisa
igual que el claro cristal
surgido del perfecto
trazado de sus átomos
como cohorte presta
para la batalla.
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| Vicente Velasco paseando por el Portús, y no era un Domingo de resaca. |
Una mesa dispuesta
hacia la ventana del mar.
Una pareja conversando,
que sonríe y comparte
las palabras, la brisa,
el sabor del Mediterráneo.
Sentir como la sal los hace propios.
Todos los pensamientos
que pueden entrelazarse
entre el horizonte y la orilla.
Todo el sol en mi boca
y tú regalándome la sombra.
Amigo mío,
el tiempo es un golpe
de instantes.
Los instantes brindados
son nuestro tesoro. El cáliz
del que bebemos y sonreímos
salvados ante la misma muerte.
Amigo mío,
ahora que duermes,
brindemos saciados.
Las sonrisas
y los cantos
y Luis Pastor
cambiando los tiempos.
Siempre los amigos
abrazando mi eternidad.
La luna se esconde
tras dos senderos
y un brujo lee las cartas
antes de que el sol
de la mañana las bañe
con el rocio del alba.
Ese tímido canto
del pájaro bajo la lluvia
de otoño
y la ciudad acariciada
por un viento de hojas caídas.
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| Juan de Dios García y Vicente Velasco |
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| Vicente Velasco, Héctor Castilla y Antonio Marín Albalate |
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| Vicente Velasco Montoya |
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| Alberto Caride y Vicente Velasco Montoya |
